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de ningún modo inconveniente.
A partir de entonces la curva continuó su descenso y a medida que lo hacía la cantidad
de gas entre la Tierra y el Sol mermó cada vez más. El 19 de octubre pudo verse un foco
de luz amarilla en el cielo diurno. Todavía era débil, pero se movía a través del cielo a
medida que pasaban las horas. Sin lugar a dudas era el Sol, por primera vez visible desde
el comienzo de agosto, visto todavía a través de un velo de gas y polvo. Pero el velo se
adelgazaba cada vez más. El 24 de octubre el Sol brilló nuevamente con toda su fuerza
sobre una Tierra congelada.
Los que han tenido la experiencia de una salida del Sol después de una fría noche en
el desierto podrán tener una débil idea de la alegría que trajo el amanecer del 24 de
octubre de 1965. Puede ser adecuada una palabra acerca de la religión. Durante la
aproximación de la Nube todas las formas de creencias religiosas habían florecido
poderosamente. Durante la primavera, los Testigos de Jehová habían quitado las
audiencias de todos los otros predicadores en Hyde Park. Quienes se encontraban al
servicio de la iglesia de Inglaterra se habían asombrado al hallarse predicando ante
congregaciones desbordantes. Todo esto se borró el 24 de octubre. Todos los hombres y
mujeres de cualquier credo, cristiano, ateo, mahometano, budista, hindú, judío, todos se
vieron penetrados hasta lo más íntimo de su ser con el complejo emocional de los
adoradores del Sol. Es verdad que la adoración del Sol nunca llegó a ser una religión
establecida pues no tenía una organización central, pero volvieron a vibrar las cuerdas de
la antigua religión y nunca volvieron a desaparecer del todo.
Las áreas tropicales fueron las primeras en deshelarse. Desapareció el hielo de los
ríos. La nieve se fundió con más inundaciones, pero los efectos fueron marginales
comparados con lo que había ocurrido antes. El deshielo en América del Norte y Europa
fue sólo parcial, pues de acuerdo a las estaciones ordinarias estaba llegando el invierno.
A pesar de lo vasto del sufrimiento humano en los países ampliamente industrializados,
las poblaciones industriales lo pasaron mucho mejor que los pueblos menos afortunados,
poniendo de relieve la importancia de la energía inanimada y el control de las máquinas.
Debe agregarse que la situación a este respecto podía haber sido muy diferente si
hubiera continuado el frío haciéndose más intenso, pues el relajamiento de la tensión
llegó en un momento en que estaba por derrumbarse la organización industrial.
Entre los pueblos no industrializados ocurrió algo paradójico; los del trópico se vieron
muy afectados, mientras que los esquimales genuinamente nómades salieron mejor que
el resto. En muchas partes del trópico y subtrópico perdieron la vida una persona de cada
dos. Entre los esquimales hubo comparativamente pocas pérdidas en vidas, es decir,
comparativamente poco más que en épocas más normales. El calor no había sido tan
grande en el extremo norte. Los esquimales lo habían encontrado altamente
desagradable pero no más. La fusión del hielo y la nieve dificultó sus movimientos y en
consecuencia el área en que podían cazar. Pero el resultado no fue tan grave como para
ser letal para ellos. Tampoco lo fue el intenso frío. Simplemente se enterraron en la nieve
y esperaron, y en eso estuvieron mejor, desde muchos puntos de vista, que el pueblo de
Inglaterra.
Los gobiernos de todos los países se vieron en condiciones delicadas. Este era el
mejor momento para el comunismo con sus planes de arrebatar el mundo. Este era el
momento para que los Estados Unidos barrieran al comunismo. Este era el momento para
que los grupos disidentes se apoderaran del mando en sus gobiernos. Pero no ocurrió
nada de eso. En los días que siguieron al 24 de octubre el sentimiento de liberación
mezclado con el agotamiento impedía contemplar un asunto tan trivial. Y a mediados de
noviembre ya había pasado la oportunidad. La humanidad había recomenzado a
organizarse en sus respectivas comunidades.
El Primer Ministro volvió a Londres, sintiéndose menos desfavorablemente dispuesto
hacia Nortonstowe que lo que podría esperarse. Por lo menos había pasado el momento
de crisis mucho más confortablemente que en Downing Street. Además había compartido
la agonía del suspenso con los científicos de Nortonstowe y siempre existe un lazo entre
quienes han compartido una tensión común.
Antes que se fuera se le advirtió al Primer Ministro que no había razones para suponer
que la emergencia había terminado. Durante una discusión que tuvo lugar en uno de los
laboratorios agregados al refugio había existido un general acuerdo acerca de que el
pronóstico de Alexandrov había sido correcto. Marl - borough dijo:
- Parece cierto que la Nube está adoptando una forma de disco en una inclinación muy
alta respecto a la eclíptica.
- Configuración estable de disco. Es obvio - gruñó Alexandrov.
- Puede parecerle obvio a usted - interrumpió Kingsley -, pero hay una cantidad de
cosas en este asunto que no son obvias para mí. De paso, ¿en cuánto estimaría el radio
externo del disco?
- Más o menos las tres cuartas partes del radio de la órbita terrestre, más o menos
igual que el radio de la órbita de Venus - respondió Marlborough.
- Esto de disponerse en forma de disco debe ser una forma de hablar relativa -
comenzó Marlowe -. Supongo que ustedes quieren decir que la gran masa de la Nube se
dispone en forma de disco. Pero debe haber una cantidad de materia diseminada a través
de toda la órbita terrestre. Esto es obvio por la materia que está continuamente chocando
con nuestra atmósfera.
- Un frío del demonio a la sombra del disco - anunció Alexandrov.
- Sí, gracias a Dios estarnos en la parte clara, de otra forma no habría Sol - dijo
Parkinson.
- Pero recuerden que no siempre estaremos en la parte clara - esto partió de Kingsley.
- ¿Qué quiere decir con eso? - preguntó el Primer Ministro.
- Simplemente que el movimiento de la Tierra alrededor del Sol nos llevará a la sombra
del disco. Por supuesto que volveremos a salir de esa sombra.
- Frío del demonio a la sombra - gruñó Alexandrov. El Primer Ministro estaba
preocupado y con justicia.
- ¿Puedo preguntar con qué frecuencia es probable que ocurra este desastroso estado
de cosas?
- ¡Dos veces por año! De acuerdo con la posición presente del disco en febrero y
agosto. El tiempo que el Sol estará eclipsado depende del grosor que tome el disco.
Probablemente los eclipses durarán entre quince días y un mes.
- Por cierto que esto implica consecuencias que van a llegar demasiado lejos - suspiró
el Primer Ministro.
- Por una vez estamos de acuerdo - señaló Kingsley -. La vida en la Tierra no va a ser
imposible pero tendrá que proseguir en circunstancias mucho menos favorables. Es
seguro que las personas tendrán que acostumbrarse a vivir juntas en número bastante
grande. No podremos permitirnos más vivir en casas individuales.
- No lo sigo.
- Bueno, un edificio pierde calor por su superficie, ¿eso está claro?
- Sí, por supuesto.
- Por otra parte, el número de personas que pueden vivir o alojarse en un edificio
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