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sendero Este. No han perdido el tiempo. Se levantó, se puso la ropa limpia que Annette
había pasado por el precipitador y tomó su rifle.
Papá, ¿puedo acompañarte?.
Negativo. Tú quédate aquí con tu madre.
Reed, ¿estás seguro...?
No soy tan mal tirador, le contestó con una sonrisa. Estaré de vuelta para el café.
Nolan tardó diez minutos en llegar al punto de observación que había seleccionado el
día anterior. Se acostó cómodamente boca abajo, ajustó el portafusil y observó por la
mira. Tres hombres trepaban trabajosamente por el camino. Nolan apuntó a la pared
rocosa tres metros encima de sus cabezas y apretó el gatillo. Se levantó una nube de
polvo. Cuando volvió a mirar, los hombres habían desaparecido. Los volvió a ver unos
cuatrocientos metros más abajo, corriendo como condenados.
Dos veces más durante el día los detectores que había dispuesto Nolan en las laderas
de la montaña indicaron la presencia de intrusos; dos veces más un disparo de
advertencia bastó para desalentarlos.
Al atardecer se formó una cadena de hombres con baldes para acarrear agua hasta la
casa. Los hombres que estaban atareados en la central eléctrica abandonaron el trabajo
cuando empezó a oscurecer. Una cuadrilla se puso a hachar leña para hacer una fogata
en el césped.
Reed, los durazneros recién plantados, y los nogales, y los limoneros..., suspiró
Annette.
Lo sé, murmuró Nolan entre dientes. Contemplaron el fuego durante una hora antes
de ir a acostarse.
VI
Era media mañana cuando el indicador sonó nuevamente. Esta vez era un grupo de
tres hombres uno de ellos el tal Winston a quien Nolan había visto por última vez en
compañía de Fraswell agitando una toalla blanca atada a una rama tierna de árbol,
nogal, pensó Nolan. Aguardaron durante un cuarto de hora al lado de la roca con el hueco
hecho por el disparo de Nolan del día anterior. Luego comenzaron a avanzar
cautelosamente.
Se detuvieron en una plataforma rocosa situada unos cien metros más abajo. Se oyó
una voz lejana.
¡Nolan! ¡Queremos hablar con usted! Permaneció en silencio.
El Director Fraswell me ha autorizado a tratarlo con indulgencia si se entrega ya
mismo, gritó Winston. Nolan siguió esperando.
Tiene que bajar enseguida, explicó Winston. No se le harán cargos criminales,
siempre que en adelante coopere ampliamente con nosotros.
Transcurrió otro minuto en silencio.
¡Nolan, entréguese de una vez!, gritó la voz enojada.
En caso contrario...
Sonó un disparo encima de la cabeza de Nolan. Al instante los hombres dieron la
vuelta y salieron corriendo. Nolan levantó la vista hacia la cueva. Annette, de espaldas a
él, apareció detrás de la barrera rocosa que ocultaba ¡a entrada, con una pistola en la
mano. Se volvió y lo saludó con la mano. Nolan trepó nuevamente a donde ella estaba.
En el sendero Oeste, exclamó indignada. Imagínate, ¡mientras estaban
parlamentando contigo!
No te aflijas, dijo Nolan tratando de tranquilizarla.
Simplemente están reconociendo el terreno.
Estoy preocupada, Reed. ¿Cuánto más puede durar esto?
Tenemos comida para algo más de un mes. Después de eso, quizás Tim y yo
tendremos que volver a hacer una Incursión a la despensa.
Annette lo miró con aire de inquietud pero no hizo más referencia al asunto.
VII
Durante cinco días, mientras Nolan observaba cómo los sembrados faltos de riego se
secaban y marchitaban, no hubo más propuestas desde abajo. Luego, en la mañana del
sexto día, un grupo de cuatro hombres salió de la casa y avanzó lentamente por el
sendero Este. Nolan pudo advertir que uno de ellos era Fraswell. El último de la fila
llevaba lo que parecía ser un letrero. Cuando se detuvieron para su primer descanso, el
hombre lo puso enfrentando a las montañas, pero a Nolan le resultó imposible distinguir el
texto a la distancia.
Estén bien atentos, les dijo a Annette y a Tim. No creo que vuelvan a repetir la
maniobra del otro día, pero podría ser que hayan apostado a alguien en otro de los
caminos anoche después de oscurecer.
Bajó a su puesto de observación. El rostro rubicundo del Director Fraswell era
claramente visible a la distancia. Nolan pudo ahora leer el letrero:
NOLAN TENEMOS QUE HABLAR
Fraswell, gritó Nolan. ¿Qué es lo que quiere? El hombrecillo escudriñó la pared de
rocas tratando de divisar a Nolan.
¡Déjese ver!, gritó. ¡No puedo discutir con una voz incorpórea!
Entonces váyase.
Nolan, en mi carácter de Director de Campaña de la UPH lo intimo a bajar de
inmediato para poner fin a este hostigamiento.
Mi familia y yo estamos simplemente disfrutando de unas muy postergadas
vacaciones, señor Fraswell.
¡Usted disparó contra mi gente!
Si fuera así, les hubiera acertado. Tengo clasificación sobresaliente en tiro. Si quiere
puede verificarlo.
Oiga, Nolan usted está reteniendo deliberadamente información que resulta
esencial para el éxito de esta misión.
Creo que está usted algo confundido, señor Fraswell. Yo no tengo nada que ver con
su misión. Yo conseguí todo esto con mi propio esfuerzo...
¡Eso no me interesa! Es su obligación servir al pueblo...
Sr. Fraswell, yo le sugeriría que junte su gente y su equipo y se mude a otro pedazo
de tierra, donde me ofrezco a darle todo el asesoramiento técnico que pueda para
ayudarlo a empezar.
¿Se atrevería a jugar con el bienestar de un millar de hombres, mujeres y niños?
No tanto. Calculo que ha traído usted unos cincuenta hombres en su pelotón de
avanzada.
Los relocatarios llegarán dentro de menos de dos semanas. Si usted no depone su
actitud en detrimento de esos pobres seres indefensos, no me responsabilizo de las
consecuencias.
Otra vez equivocado, Sr. Fraswell. La responsabilidad es enteramente suya.
Simplemente tengo curiosidad por saber qué piensa hacer después que se hayan comido
todo el trigo y liquidado mis reservas de emergencia. ¿Van a seguir viaje y saquear a
alguien más? ¿Qué va a pasar cuando se quede sin gente para expoliar, Fraswell?
¡No me interesan las conjeturas, Nolan! Sólo pienso en el éxito de este operativo.
Supongo que recién se irá cuando se le terminen las provisiones, ¿no es así? Sin
embargo, si se cansa de acarrear agua y comer raciones de cuartel, siempre puede
marcharse, Sr. Fraswell. Comunique a sus jefes que el operativo fracasó; quizás la
próxima vez lo provean de algún equipo propio.
¡Estamos sin energía! ¡No hay más agua! ¡Mis hombres no pueden hacer andar los
vehículos! ¡Se están perdiendo las cosechas! ¡Le ruego que venga y repare el daño que
ha hecho!
El único daño que he visto es el que han infligido sus hombres a mis sembrados y
huertos, por no mencionar el estanque de los peces.
Hubo dos minutos de silencio en cuyo transcurso los hombres conferenciaron entre
ellos.
Mire, Nolan, gritó nuevamente Fraswell en un tono que parecía querer ser
conciliador. Estoy dispuesto a admitir que, desde un punto de vista absolutamente
materialista, se podría decir que tiene usted derecho a alguna compensación. Está bien.
Aunque eso signifique sacar el pan de la boca de unos pobres inocentes, estoy dispuesto
a garantizar el pago del crédito habitual por acre, sobre las porciones cultivables del
terreno, por supuesto, y previa inspección.
Pagué un crédito y medio por acre por la tierra virgen hace más de cinco años, y
pagué por todo, montañas desierto, toda la isla. Me temo que su oferta no me resulte
demasiado tentadora.
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